domingo, 5 de julio de 2015

EL INFORME DE LA CONVENCIÓN SOBRE LA ELIMINACIÓN DE TODAS FORMAS DE DISCRIMINACIÓN CON LA MUJER - CEDAW

La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW 1979), establece obligaciones para los Estados Partes de asumir compromisos y acciones a fin de garantizar la igualdad entre hombres y mujeres en todas las esferas de la vida, como empleo, participación política, salud y de hecho el art. 15 establece la igualdad de la mujer con el hombre ante la Ley.

La búsqueda de igualdad entre hombres y mujeres se expresa en varios instrumentos internacionales de protección a los derechos humanos y la carta de las Naciones Unidas reafirma con meridiana claridad la fe de los derechos fundamentales de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, en ese marco Bolivia ha ratificado los siguientes instrumentos normativos de igualdad y no discriminación:
·     El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
·     Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
·     Convención Americana sobre los Derechos Humanos,
·     Protocolo adicional a la convención sobre derechos humanos en materia         de derechos económicos, sociales y culturales - Protocolo de San Salvador,
·     Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación            contra la mujer (CEDAW),
·    Tratados adoptados por la OIT en materia de igualdad entre hombres y            mujeres;
·  En el ámbito de la justicia, emergente de determinadas cumbres, se han establecido directrices para mejorar  el acceso de la mujer a la justicia.

El 5to y 6to informe del Estado Plurinacional de Bolivia pone de manifiesto importantes avances normativos relativos a la participación política de las mujeres: la Constitución Política del Estado, leyes electorales y leyes específicas de género que han contribuido a dotar a las mujeres bolivianas de un marco normativo que avanza en promover una democracia paritaria.

La promulgación de la Ley 243 contra el acoso y la violencia política en 2012, ha sido un importante avance para el país y para la región y el mundo pues es la primera Ley de esta naturaleza en promulgarse a nivel global. No obstante a más de dos años de su promulgación el Estado no ha cumplido con los tiempos que la propia norma establece para su implementación. Aún no se cuenta con un reglamento y no se ha logrado socializar ante los funcionarios encargados, organizaciones políticas y sociedad civil.

En Bolivia la paridad en la representación política está formalmente contemplada en la Constitución Política del Estado y en la normativa electoral, y los esfuerzos de las mujeres en las organizaciones políticas y sociales se amplifican para que esta normativa se cumpla.
En las elecciones de 2009, una gran limitación a la participación de las mujeres fueron las candidaturas uninominales. Este aspecto ha sido superado en el proceso electoral presente pues la Ley de Régimen Electoral (2010) ha avanzado en normar la paridad y la alternancia obligatoria en las listas plurinominales así como uninominales.

Es importante señalar, en el proceso de debate de las elecciones del 2014, un punto que fue altamente discutido fueron los derechos de las mujeres, particularmente el relativo a la no violencia.

La Ley contra el Acoso y la violencia política es un instrumento fundamental para promover y garantizar un ejercicio político pleno y no solamente de número, sin embargo existe una gran debilidad en la aplicación de la norma.  Se debe recomendar la reglamentación inmediata de la Ley y la dotación de presupuesto del Estado para su aplicación, la asignación de recursos para la concientización y formación de capacidades de servidores públicos/as y en particular del Sistema Judicial, y la creación de comités de ética u otros mecanismos paritarios en cada instancia pública  para recepción y procesamiento de denuncias.

Es por esto, que son necesarias las políticas afirmativas para el incremento de la participación política de las mujeres en los ámbitos sub-nacionales, particularmente Alcaldesas y Gobernadoras, y la aplicación de la paridad en todos los ámbitos públicos de la burocracia del Estado y de la vida profesional y económica,  enfatizando que estas medidas prioritarias sean acompañadas por políticas de equidad en el trabajo doméstico y del cuidado que permitan ampliar y fortalecer la participación política de las mujeres en iguales condiciones que la de los hombres y el fortalecimiento de la institucionalidad de género a nivel nacional y sub-nacional a través de una adecuada dotación de recursos económicos y humanos.

BIBLIOGRAFIA

ONU MUJERES (2013) Informe de la cumplimiento de las metas del CEDAW.
PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES
El incremento en la participación política de las mujeres en Bolivia es el fruto de diversas luchas, de  diversos grupos y  organizaciones de mujeres que en su momento lucharon por sus derechos.

Diferentes organizaciones de mujeres de principios del XX, como la Federación Obrera Femenina (FOF),  federación que articulaba a mujeres obreras, más conocidas como las mujeres anarquistas (floristas, culinarias, lavanderas y vendedoras de mercados en otras);  las organizaciones sindicales de Amas de Casa (esposas de mineros), las Organizaciones de Mujeres Indígenas, la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas “Bartolina Sisa” , Federación de mujeres Interculturales, entre otras, de las que se hace imperante  hablar de sus luchas, y de su movimiento,  para poder hablar  de  participación política de las mujeres bolivianas hoy.

La participación política de las mujeres, a pesar de los indudables avances, sigue siendo un desafío para cumplir, tanto en paridad como en equidad,  por una parte en el cumplimiento de las conquistas legales pero por otra en el ejercicio real de las mujeres en ámbitos de decisión, aportando desde una perspectiva femenina garantizando la autonomía en la toma de decisiones.

Si revisamos el caso de América Latina la proporción de mujeres en los parlamentos pasó de un 8%  en 1990 a un 18% en 2008, en promedio. Su participación dentro de los gabinetes ministeriales del Poder Ejecutivo durante los últimos tres períodos presidenciales aumentó de un 13% a un 27% a fines de 2006. En tanto, la proporción de mujeres alcaldesas en la región mantuvo su nivel, al pasar de 5% en 1998 a 6,8 % en 2008[1].
América Latina y el Caribe tienen además el mayor porcentaje de mujeres en puestos parlamentarios de las regiones en desarrollo. En 2014, las mujeres ocupaban el 26% de los escaños de los parlamentos nacionales, lo cual supone un aumento frente al 15% registrado en 2000. Este porcentaje es también más elevado que la participación media de los países desarrollados, donde fue de 25% únicamente. Nicaragua, donde las mujeres ocupan el 57% de los cargos ministeriales, es el líder a escala mundial. En el Caribe el porcentaje de mujeres en cámara baja o unicameral era del 33%.

En Bolivia la presencia femenina en el Senado se sextuplicó en las dos últimas elecciones, en comparación al resto del periodo democrático. A partir de las elecciones de 2009, más del 40% del Senado está compuesto por mujeres.

En el caso de las diputaciones, las elecciones de 2014 establecen por primera vez la paridad de género: 50% de los curules serán ocupados por mujeres la nueva legislatura. Si bien tanto en las diputaciones plurinominales como las uninominales se logra la paridad de género, un avance sin precedentes, el mayor salto en cuanto a representación femenina se da en las diputaciones uninominales donde históricamente las mujeres obtenían un bajo nivel de representación política. Adicionalmente, la elección por voto directo en las diputaciones uninominales le dan un mayor valor a la paridad de género.
Otro rasgo histórico de las elecciones generales de 2014, es que por primera vez existe representación femenina en las Diputaciones Especiales de las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos. El 56% de los Representantes Supra Estatales son mujeres que en su gran mayoría poseen formación universitaria y amplia trayectoria profesional. En la legislatura 2015-2020, 49,7% de la Asamblea Legislativa Plurinacional estará compuesta por mujeres (87 en total), logrando así el porcentaje de representación femenina más alto de la historia de Bolivia y dando cumplimiento a la ley de paridad de género[2].

Es así que en el caso de Bolivia, hay un evidente incremento en la participación política de las mujeres, tanto a nivel ministerial como parlamentos nacionales, sin embargo, aún en el caso de la participación política y el liderazgo de las mujeres en los niveles de decisión ejecutiva en los ámbitos municipales y departamentales es todavía muy escaso.  Actualmente solamente hay 22 Alcaldesas de 333 municipios que existen en el país y todos los Gobiernos Departamentales están presididos por hombres. Debido a todos estos logros, además de las diferentes leyes contra la violencia y el acoso político. Bolivia se encuentra en el quinto lugar de América Latina en avances de paridad de género[3].

En lo que respecta al sector justicia, no existe una instancia especifica destinada a promover políticas de género,  al interior y para las institucionales judiciales, como ocurre en otros países,  como Costa Rica, México y el Salvador, que han definido políticas de igualdad de género para garantizar a las mujeres igualdad de derechos dentro los sistemas de justicia y acceso a la justicia, en realidad, solo el Consejo de la Magistratura y de manera aislada se ha pretendido se constituyan unidades organizacionales de género en cada uno de los entes del Órgano, sin ningún resultado. Sin embargo, se ha realizado un relevamiento estadístico sobre los espacios laborales ocupados por las mujeres en el Órgano Judicial, estratificando los niveles en las que se encuentran.

Si bien Bolivia puede considerarse un país donde los números reflejan niveles de democracia, y en donde claramente se han seguido las recomendaciones de la CEDAW, en relación a  paridad en los partidos políticos lo que ha generado un notable incremento en la participación política de las mujeres, es necesario también ver las cifras en términos de acoso político, laboral y sexual.  

Además es importante mencionar que el Gobierno debe establecer medidas tendientes a la descolonización y despatriarcalizacion  y se pretende cambiar la cultura organizacional de las entidades públicas, despatriarcalizando la administración pública. Para ello se debe profundizar el conocimiento de los sistemas de opresión, equidad de género, despatriarcalización, etc., para que la visión sea compartida y  podamos conseguir un  mismo fin.

No basta la incorporación de las mujeres en espacios de toma de decisiones, sino que esta incorporación debe ser efectiva, es decir generar equidad de condiciones con sus pares, los hombres. Sin embargo, la relación de poder aún no es efectiva, además surge un problema adicional, que son las mujeres que llegan del campo y han asumido el reto de ocupar puesto de poder sin tener la preparación adecuada. Se debe asumir el desafío  con una lectura de ciudadanía que quiere decir colocar a las mujeres principalmente del área rural en un proceso de inducción de manejo de técnicas legislativas, para que ellas no se conviertan en una masa amorfa, sino que desplieguen sus capacidades de vida, de experiencia de lo local, en generar demandas y necesidades.
Es necesario seguir presionando a las nuevas tomadoras de decisiones para que generen un cambio en nuestro país. Agilizar las diferentes los reglamentos que faltan, incrementar los presupuestos destinados al apoyo hacia las mujeres en situación de violencia. En conclusión, trabajar para lograr un país menos violento, donde las mujeres lideresas puedan liderar sin miedo a ser acosadas y no tener leyes efectivas donde ampararse. Lograr la consigna del gobierno, vivir bien y sin violencia. 

BIBLIOGRAFIA
Novillo, M. (2011). Paso a paso. Así lo hicimos. Avances y desafíos en la participación política de las mujeres. La Paz, Bolivia: Coordinadora de la Mujer – IDEA Institute for Democracy and Electoral Assistance.
ONU, PAPEP-PNUD, 2014 Bolivia Resultados de las Elecciones Generales 2014 desde una perspectiva de género, Octubre de 2014






[2]ONU, PAPEP-PNUD, 2014 BoliviaResultados de las Elecciones Generales 2014 desde una perspectiva de género, Octubre de 2014
[3]ONU Mujeres
http://www.la-razon.com/sociedad/ONU-Bolivia-paises-paridad-genero-politica_0_2141785827.html
PATRIARCADO Y COLONIALISMO
Para mi, el patriarcado es una estructura invisible asentada en un sistema de dominación que nace antes del colonialismo. Según Engels, el origen de la opresión de la mujer está en el origen de la propiedad privada de la tierra y el ganado. Podría considerarse como la primera forma de clasismo aprovechada tanto por el colonialismo como por el capitalismo.
El patriarcado y los comportamientos machistas ya existían en la cultura indígena antes del colonialismo, pero eso sí, la colonia reforzó al máximo ese patriarcado a través de la religión y la educación. Discrepo por tanto de quien dice que la colonia dió lugar al sistema patriarcal porque éste ya existía en todo el planeta. Los libros escritos por mujeres de la Edad Media, nos hablan de la hegemonía absoluta del varón y del sometimiento de las mujeres al poder de los hombres en todos los aspectos de la vida económica, social, política, cultural, etc.
El colonialismo por su parte, nos indica cómo las colonias y los imperios han impactado en otras formas de gobierno y otras culturas dominándolas e incluso anulándolas y destruyéndolas. La relación con la defensa de la lengua, incluida la no verbal (ritos, símbolos), la defensa de la cultura Ch´eje (lo blanco está manchado de indio y lo indio de blanco) entendiendo que la ética aymara y la técnica europea son formas que tienen que dialogar, que coexistir para descolonizarse, y su idea de "establecer genealogía intelectual, fundar pensamiento en raíces propias y en autores del pasado”.
Sin embargo, el Estado no es el único responsable del proceso de descolonización y despatriarcalización. El Estado debe poner bases e instrumentos, debe crear experiencias políticas y educativas, pero creo también que cada persona debe hacer esfuerzos por cambiar los patrones que le fueron impuestos sin darse cuenta. Debemos empezar a cuestionar y a extrañarnos de "lo natural” y acostumbrarnos a "lo más ajeno”. Pensar cómo un sujeto construido puede reconstruirse o transformarse o cómo se pueden construir diferencias que no sean jerárquicas.
Debe ser construido en relación con "los otros”, unido a las desigualdades de clase y las luchas contra la desigualdad en general. Introducir también en el análisis los conceptos de género, raza, orientación sexual que son modos distintos de cultura que forman parte de la estructura económica y política.
Denunciar la falsa distinción entre redistribución y reconocimiento que deben ser inseparables ya que el reconocimiento cultural es imposible si hay desigualdad social.
Por último, reconocer la importancia del feminismo de la igualdad que, a diferencia de otros feminismos, denuncia la alienación y discriminación de las mujeres y cuestiona la relación de poder de los hombres sobre las mujeres, sin dejar de mencionar la corriente del feminismo postcolonial que surge en los 80 como respuesta al feminismo occidental y que incorporalas ideas de los movimientos feministas del Tercer Mundo (indígenas y negros) sobre las diferencias raciales y étnicas.
 BIBLIOGRAFIA

Ibernagaray, J. (2012). Mujeres en diálogo: Avanzando hacia la despatriarcalización en Bolivia. Carmen Sanchez comp. La Paz, Bolivia: Coordinadora de la Mujer. Editorial Presencia.
MEDIR LOS AVANCES EN LA IGUALDAD DE GÉNERO RESPECTO A PROGRAMAS Y PROYECTOS
¿Cómo se puede medir los avances en igualdad de género?, la respuesta es simple: a través de una evaluación, es decir de una medición, valoración y análisis del proceso o situación en estudio desde su inicio hasta un momento determinado (sea el actual u otro en el tiempo).
Pero la evaluación de una política pública con enfoque de género tiene características particulares y distintas a otras evaluaciones. Para empezar, debe utilizarse el enfoque de género aunque la política en cuestión no se haya diseñado con este enfoque. Se debe evitar la inclusión del paradigma patriarcal que, obviamente, no tiene en cuenta las desigualdades de género ni la visión de la economía enfocada a la reproducción de la vida. Pero sí debe incluir: a) la participación de las mujeres y sus experiencias para valorar el efecto que las políticas estén teniendo sobre ellas, b) información suficiente recabada a través de entrevistas de campo a personas o grupos, c) el impacto diferenciado en mujeres y hombres en relación con su situación económica, social, política, cultural, etc. y d) el contexto histórico en el que se desarrolle la política pública.
En realidad, también en esta materia se debe volver a decir que las políticas públicas no son neutrales al género y plantear tres ámbitos necesarios para el análisis de las políticas públicas desde una perspectiva de género: a) los impactos diferenciados b) las relaciones de poder y c) la división sexual del trabajo[1]. En definitiva es necesario utilizar el análisis de género para evaluar de forma integral el impacto de una política pública en el conjunto de la sociedad.
La técnica utilizada para medir los avances de la igualdad de género en políticas públicas es el uso de indicadores o estadísticas que produzcan información, pero antes de su construcción se debe:
- Identificar las prioridades de la política pública de un país (Agenda Patriótica en el caso de Bolivia)
- Definir el propósito u objetivo principal
- Tener en cuenta los tratados o convenios internacionales ratificados por el país en cuanto a igualdad de género.
- Conocer la agenda del movimiento de mujeres en relación con la política a evaluar
Después de este proceso, se construyen los indicadores de género (pueden ser de impacto o de efecto) que medirán cómo y cuánto se ha avanzado en la igualdad de género promovida y aplicada por un programa, proyecto o actividad generados por una política pública.
Por último, las evaluaciones que miden los avances de la igualdad de género en las políticas públicas, al igual que los indicadores, deben incluir también el enfoque de los derechos humanos. 

BIBLIOGRAFIA
Kideitu. (2007). Guía para la incorporación del enfoque de género en los proyectos de empleo y formación.     Aprendiendo            de       la experiencia          EQUAL.         Gobierno  Vasco,    España: EMAKUNDE/Instituto Vasco de la Mujer como entidad coordinadora de la Agrupación de Desarrollo “Red Kideitu”.
Sen Gita (2008) Social Protection Policies, experiences and development



[1] Gita Sen (2008) Social Protection Policies, experiences and development
EL PRINCIPIO DE IGUALDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES EN EL EMPLEO

El tema de lograr una igualdad entre hombres y mujeres se inicia a mediados del siglo pasado a nivel mundial. Si bien esta lucha empezó como un débil esfuerzo, poco a poco fue generando fuerza y se fue extendiendo en todas las regiones del mundo.
La región con mayores avances y esfuerzos fue la de la Unión Europea, donde en los años 70, se aprobó la Primera Directiva Europea de Igualdad, que instruía un trato salarial igualitario entre hombres y mujeres por el desempeño de una misma labor; la misma que luego se extendió a lograr una igualdad de trato de acceso al empleo, a la formación, promoción y condiciones de trabajo.

A estas Directivas, se sumaron otras, en el ámbito social, como la baja por maternidad, horario de lactancia, cobertura de salud en la seguridad social y otras más, orientadas a favorecer la participación laboral de las mujeres en el empleo. Sin embargo, todas estas  leyes no fueron suficientes para lograr una igualdad real en el trabajo, por lo que en los años 80, se adoptan una serie de leyes tendientes a eliminar la discriminación y evitar posibles desventajas que encuentran las mujeres en el ámbito laboral (lograr porcentajes equitativos de empleo, subvencionar a empresas que contraten mujeres, incorporarlas en cargos masculinos, etc.)

A ello se sumó en 1995, la estrategia de transversalización (mainstreaming) del principio de igualdad planteado en la V Conferencia Internacional sobre la mujer realizado en Beijing, que estaba dirigida a la adopción de políticas más flexibles y que incluyan temas como la edad, el origen étnico, la incapacidad o la orientación sexual, ampliando la visión de igualdad a una de justicia social, con cambios en las estructuras y procedimientos. En 1996 la U.E. institucionalizó la estrategia de mainstreaming de género, incorporando el principio de igualdad en todas sus políticas y evaluando su impacto en el hombre y la mujer.
Otro de los aspectos más novedosos de la Conferencia de Beijing estuvo dirigido a denunciar el desfase que existe “entre la organización de los mercados y las estructuras de protección de los individuos y las familias”.

En 1997, se formaliza el compromiso de los Estados Miembros de promover la igualdad entre mujeres y hombres. Posteriormente, el Consejo Europeo lanza en el 2001 la Estrategia Marco Comunitaria sobre la Igualdad entre hombres y mujeres (2000-2005) con el objetivo de convertir a la U. E. en la “economía más competitiva y dinámica del mundo” con la participación activa de las mujeres y la reducción de las desigualdades entre los sexos.

Para ello, el Fondo Social Europeo (FSE) que es la instancia más importante en política de empleo en la U.E. es el encargado de favorecer la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, tomando en cuenta aspectos como la “perspectiva de carrera, el acceso a nuevas posibilidades de empleo y la creación de empresas y la segregación horizontal y vertical del mercado de trabajo, basada en el sexo”, convirtiendo a la U.E. en el baluarte de la defensa de la igualdad de género en el empleo.

Sin embargo, los resultados obtenidos hasta la fecha muestran que aún existen obstáculos para implementar estas políticas en programas y proyectos, en forma real y concreta y que impiden una verdadera aplicación del mainstreaming o transversalización.
A nivel mundial, la U.E. es la región donde más se ha trabajado a favor de lograr una igualdad en el empleo entre mujeres y hombres, a través de la adopción de políticas, normas, reglamentaciones, etc., dirigidas a mejorar el acceso de las mujeres en el ámbito laboral, dotándoles de capacitación y resguardando el modelo social europeo de “cohesión social”, preservando o disminuyendo riesgos en lograr la igualdad entre sexos. Sin embargo, los objetivos planteados no se han cumplido en su totalidad, debido a fuertes valores patriarcales y poca sensibilización de algunas instituciones, que “buscan el camino paralelo” para evitar cumplir con las regulaciones poniendo pretextos.

BIBLIOGRAFIA
Kideitu. (2007). Guía para la incorporación del enfoque de género en los proyectos de empleo y formación.     Aprendiendo                 de           la            experiencia        EQUAL.  Gobierno Vasco,  España: EMAKUNDE/Instituto Vasco de la Mujer como entidad coordinadora de la Agrupación de Desarrollo “Red Kideitu”.


CHACHA WARMI, MAS ALLÁ DE SOLO LA IDEOLOGÍA

El concepto de “chacha-warmi” intenta reflejar la complementariedad que debe existir entre el hombre y la muer en toda forma de convivencia en toda la comunidad y en el ámbito familiar. Para ello, tanto hombre y mujer deben situarse en el mismo plano, sin supremacía del uno sobre el otro y en una relación de armónica, en la cual cada uno está consiente de la importancia  del rol que juega el otro, para luchar y alcanzar un objetivo común.
La mujer deja de tener ese papel domestico en la cual predomina su rol de mujer, esposa y madre, para situarse en un escenario mucho mas amplio al interior de su comunidad, haciendo escuchar su voz y participación en la toma de decisiones, dejando de ser sólo un eslabon de la cadena productiva y función reproductora.

Por tanto, la se debe considerar una redistribución económica, en la cual la mujer obtenga sus propios ingresos económicos, que le permitan defenderse en situaciones adversas. En nuestro medio, la dependencia económica es justamente el inicio de la desigualdad y explotación de la mujer, que la conduce a un sometimiento por parte del varón e incluso a soportar situaciones de violencia domestica, porque no tiene como mantenerse o mantener a sus hijos cuando éstos existen.

El otro tema para una democratización de género real y concreta, radica en la necesidad de capacitación de la mujer en todos los ámbitos, para evitar comentarios como “cállate sonsa”, “tú que sabes”, tan comunes en nuestro medio. Descartan de una vez por todas, el rol de la “pareja conyugal”, en la cual la mujer se circunscribe a la crianza de los hijos y tenencia de la casa y el varón a proveer los recursos para la administración de la casa, lo que lo coloca en una situación privilegiada.

Se debe empoderar a las mujeres a través de capacitaciones que le permita ocupar cualquier cargo ya sea a nivel dirigencial, de liderazgo, concejalías, etc., mejorando su autoestima y brindándoles los elementos necesarios para un buen desenvolvimiento. De igual forma, se debe asegurar una independencia económica de las mujeres. Finalmente se debe dictar leyes y normas que aseguren el respeto a los derechos de la mujer, velando por su cumplimiento.

BIBLIOGRAFIA

Farah, I. y Sánchez, C. (2008). Perfil de género Bolivia. La Paz, Bolivia: Plural editores CIDES – UMSA